lunes, 10 de noviembre de 2008

Polo / El Abierto de HurlinghamEl esperado regreso de los cuatro hermanos

Con un gol de oro de Javier Novillo Astrada, La Aguada venció por 15-14 a Pilará y celebró en la Triple Corona; no ganaba desde Tortugas 2004

lanacion.com | Deportiva | Domingo 9 de noviembre de 2008

Por Carlos Beer
De la Redacción de LA NACION


Dicho y hecho: los pronósticos del tiempo fallaron, pero no los de las presunciones sobre la final. Se habló de una pulseada entre dos equipos de estilos disímiles y eso fue lo que se vio en los ocho chukkers más 84 segundos del duelo decisivo del Abierto de Hurlingham presentado por Citi. Y entre dos conjuntos que difícilmente iban a dar el brazo a torcer, que se mostraban fuertes y con una ambición voraz de victoria, ese choque de potencias se definió apenas por una uña. Una mínima diferencia consagró a La Aguada Arelauquen con el gol de oro de Javier Novillo Astrada en el alargue (con un penal de lugar desde al lado de los mimbres), para vencer por 15-14 a Pilará Piaget.

La victoria tiene un doble valor para el flamante campeón. Ganar siempre es bueno, pero mucho más si se trata de un triunfo en una definición después de perder cuatro seguidas. El lastre que implica cada caída es demasiado. Mucho más por cuatriplicado. Por eso, en el festejo confluyen pasado, presente y futuro: se entierra lo que pasó, se disfruta la conquista y, además, representa un reposicionamiento de cara al comienzo de Palermo, que está a la vuelta de la esquina.

El partido fue un mano a mano en el que ninguno se despegó de manera clara. Nunca. Un gol de uno, respuesta del otro. Como mucho, dos seguidos. La Aguada siempre se mantuvo al frente del marcador, pero un Pilará esta vez con más poder de lucha que de juego, no le entregaba nunca el poder absoluto del partido. Hubo un 4-2 para los Novillo Astrada en el segundo parcial (5-3 en el global) como máxima diferencia en un chukker. El resto siempre fue empates o un gol para Pilará, para así llegar igualados al cierre del partido y forzar un alargue.

Si bien el ganador podría haber sido otro, y no hubiera sido de ninguna manera una sorpresa ni tampoco una injusticia, es conveniente decir que La Aguada hizo lo que quiso durante el partido. Y Pilará no. ¿Por qué? Porque el campeón llevó el juego al terreno que más le convenía. La bocha siempre se movió a la velocidad que más le satisfizo. Nada de ritmo vertiginoso, lo que quería Pilará, pero no pudo concretar. Cada vez que un hombre de camiseta azul intentaba darle rapidez a la pelota, sus intenciones chocaban con el estilo histórico de los Novillo: marca, marca y más marca.

Entonces, la bocha se trasladaba en un intermedio entre el vértigo y el famoso trencito que proponen otros equipos. Es decir, la velocidad crucero que propone La Aguada, que sabe cuándo cambiar el rumbo de una jugada que parece destinada a morir en la intrascendencia por una posibilidad neta de gol. Para eso, lo que hay que tener es una exacta ubicación en la cancha, quizá una de las mayores virtudes de los Novillo Astrada, tanto cerca de sus mimbres como de los rivales.

Un simple repaso de la planilla de los goles ejemplifica quién manejó la pulseada. De los 14 tantos, Pilará hizo sólo cuatro de cancha (dos de Agustín, uno de Chavanne y uno de Heguy). Exactamente lo contrario de lo que hasta el momento había propuesto este nuevo cuarteto, que mostraba contundencia en sus ataques directos. Pese a que los números de La Aguada no fueron tan distintos (sólo tres goles más de cancha), su promedio equitativo entre conquistas de jugada y de penal se corresponde con sus producciones habituales.

Un gol para cada lado, el último de Marcos Heguy cuando el reloj indicaba 6m09s del chukker final y se desembocó en el alargue. Entonces, La Aguada se visitó más que nunca de La Aguada. Eduardo Novillo cortó un avance con un excelente backhander, Ignacio se ubicó mejor para salir en la corrida cerca de mitad de cancha rumbo al arco rival y recibió una falta de Agustín Merlos. El mismo Nacho ejecutó el penal de 60 yardas, hubo un despeje y nuevamente un Novillo bien ubicado, en este caso Javier, se llevó la bocha y recibió otra falta. Penal de lugar que el delantero transformó en gol. Y en el título. Y en el fin de una racha que ya molestaba demasiado a los cuatro hermanos...


Fuente: La Nación Online

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